Junto al el neolítico, más
exactamente entre los años 6.000 y 5.000 AC, entra en escena un territorio
denominado: Mesopotamia del griego: "entre ríos" es el nombre por el cual se conoce a
la zona del Oriente Próximo ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, si bien
se extiende a las zonas fértiles continuas a la franja entre los dos ríos, y
que coincide aproximadamente con las áreas no desérticas del actual Irak.
Heródoto llamaba a Egipto “un don
del Nilo”. De la miasma manera se puede llamar a Mesopotamia un don de los ríos
gemelos: Tigris y Éufrates. Los dos ríos nacen de las montañas de Armenia, y
cuando en la primavera comienzan a fundirse nieves, sus aguas inundan la
llanura y depositan su limo fertilizante.
Todos los
avances desarrollados en la etapa más temprana del neolítico encuentran en el
interior de Mesopotamia un lugar propicio para continuar su desarrollo. Este
rápido desarrollo trajo consigo la aparición de ciudades. Con avances en las
técnicas cerámicas, riego
y la construcción de los primeros templos urbanos.
Luego de una
evolución la civilización urbana se asentó definitivamente con enormes avances
técnicos como la rueda y el cálculo, realizado mediante anotaciones en
tablillas de barro y que evolucionaría hacia las primeras formas de escritura.
La
historiografía trata de crear marcos en la historia, estos son una respuesta a
la necesidad de demarcar épocas y facilitar el estudio de las mismas, para marcar
la transición entre la prehistoria neolítica y la historia podemos citar a dos
hechos importantísimos que se tornaron verdaderos marcos:
ü La creación de núcleos urbanos, y
ü La aparición de la escritura como medio de comunicación.
En
la vanguardia de esta transición esta una civilización, la primera, llamada de Sumer, considerada la cuna de la
historia.
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